jueves, 5 de noviembre de 2009

Ligerísima historia de la cerveza (parte 2ª)

La expansión de la cerveza

Si damos un salto en el continuo espacio-tiempo de forma que nos coloquemos en el continente euroasiático, antes de la aparición y posterior expansión del Imperio romano, los pueblos celtas, ya conocían el desarrollo de la cerveza como bebida refrescante, de gran poder energético y de gran alimento. Hay quienes consideran que la introducción de la cerveza a la península fue llevada a cabo por los cartagineses, grandes comerciantes y navegantes que ya la consumían, aunque los restos arqueológicos más antiguos de producción de cerveza en Europa fueron descubiertos en el yacimiento del valle de Ambrona (en la provincia de Soria) y se datan alrededor de 2.400 a. C. También se han encontrado evidencias arqueológicas de elaboración de cerveza en el yacimiento de Genó, en Aitona (Lleida), fechados alrededor del 1100 a. C.

En los fríos países nórdicos, los cereales crecen de forma abundante, y con esto se da a entender el porqué en estos países la cerveza tenga una tradición tan arraigada. Galos, germanos y escandinavos eran grandes productores y consumidores. Testimonio de ello es que los vikingos eran grandes consumidores. Con ellos, en los largos viajes en los drakkars se llevaban barricas llenas de cerveza que consumían durante el trayecto. En numerosos cánticos de los pueblos nórdicos, la cerveza aparece envuelta en elogios. Incluso hay escritos en los que la cerveza se le da la connotación de bebida de los dioses del Walhalla (el paraíso germánico) o del Valhöl (el paraíso escandinavo), que la usaban en banquetes rituales.

Se conocen datos de que la cerveza en los países del lejano oriente ya se conocía. Un poco diferente en cuanto a la formulación de cereales, ya que se usaba sobretodo arroz y mijo en lugar de cebada o trigo. El famoso “Sake” o licor de arroz, no es más que una rama evolutiva de la cerveza en el antiguo Japón, ya que el proceso es en mismo que ancestralmente se usaba para la cerveza, pero adaptado a nuevas necesidades, calidades y usos.

Con la expansión del Imperio romano, muchas cosas se fueron llevando de una región a otra por legos que estuviera: cultura, religión, economía, agricultura y gastronomía. Eso fue lo que indujo a los romanos al consumo de este producto, aunque al igual que los griegos, al principio no eran demasiado adeptos a ella (era considerada una bebida de bárbaros) y consumían más cantidades de vino, el cual ellos consideraban bebida de dioses. La cerveza fue un producto que conocieron previamente a la invasión de pueblos celtas y germanos, puesto que tomaron contacto con sumerios y egipcios. A causa de su masiva producción, la calidad cayó de forma que se relegó su consumo a las bajas capas sociales del imperio. Se consumía en tabernas de forma ingente y sin miramientos ya que era más barata que el vino. Sin embargo, mantenía su calidad fuera de los lindes romanos. Los pueblos productores la continuaban fabricando y consumiendo su propia cerveza.

En casi todo el besante mediterráneo, la cerveza era el producto más cotizado, a excepción de Grecia. Con todo y con esto, las cantidades de cerveza consumidas y el hecho de que eran necesarias grandes cantidades de cereal para alimentar al enorme pueblo en que se había convertido el imperio hicieron algo necesario el que los campos de vides fuesen cambiados por plantaciones de cebada y otros cereales. Esto supuso un “enfrentamiento” entre consumidores de vino frente a consumidores de cerveza.

En sus escritos, el historiador romano Publius Cornelius Tacitus (más conocido como Tácito) la describió como despreciable y la catalogó como vino corrupto. Pero Plinio el Viejo (Caius Plinius Secundus) en su “Historia Natural” (compendio de 37 libros) se pone a favor de la cerveza y la denomina bebida muy agradable y digestiva. Además, declaró que de la cerveza se hacía una espuma que servía de inmejorable cosmético para embellecer el rostro de las damas romanas y que la noche en que Nerón mandó quemar la ciudad de Roma antes había celebrado una monumental orgía donde se habían bebido miles de barriles de cerveza. Los soldados romanos cuando estaban en las orgías de sus campamentos, se distraían con los baños públicos, el juego de los dados y la consumición de vino y cerveza por igual. De ahí fue escalando, la cerveza, posiciones en todas las clases sociales hasta igualarse con el vino. Ya la cerveza había tomado carta de naturaleza y era bebida tan común entre los romanos como lo podía ser el propio vino. En todas las fiestas de los Idus (días de luna de llena que coinciden con el 15 de marzo, mayo, julio y octubre y el 13 del resto de los meses) se consumían ambas bebidas por igual. Y la cerveza aparece en todos los escritos relacionados con las fiestas romanas.

Con todo y con esto, los grandes productores de vino se hicieron con las zonas mediterráneas y los cerveceros quedaron un poco más relegados a la Europa del este y las zonas del norte (celtas, germanos, escandinavos, húngaros, etc.).


Etimología de la palabra cerveza

La palabra cerveza, tal como la concebimos hoy, tiene seguramente sus raíces en la voz de origen celta o galo “cervesia”, aunque algunos estudiosos de la etimología de las palabras contradicen esta primera opción dando a entender que la palabra cerveza proviene de la diosa pagana romana “Ceres”: La diosa de los cereales y la agricultura, que le da esta voz latina y que solo se conserva en algunos de los idiomas de la península: Cerveza (español), Cervesa (catalán), Cerveja (portugués). Con esto se supone que la palabra matriz es “cerevisia”, de Ceres + vis (que significa fuerza), lo que viene a traducirse como “la fuerza de Ceres”.


Un saludo y recordad mis sabias palabras:
"Sí te gusta la cerveza, lo que pasa es que no has encontrado la tuya."

Lord Life Freak


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